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LAS EMOCIONES NEGATIVAS NOS UNEN Y HACEN MÁS FUERTES

  • Foto del escritor: Pizzini Argentina
    Pizzini Argentina
  • 30 jul
  • 2 Min. de lectura

La experiencia nos permite aprender y enmendar errores, y nos da continuas oportunidades para volvernos a levantar tras la caída, pues poco tiene que ver caerse con fracasar, sino más bien con una nueva oportunidad de acción y de cambio. Y durante ese camino muchas serán las emociones que experimentemos, pues el ser humano es un ser emocional por naturaleza, ya sean negativas o positivas. Las positivas son esas que deseamos y por las que luchamos cada día, como la alegría, la esperanza o la generosidad, pero es en las negativas donde en realidad deberíamos poner toda nuestra atención, pues son las que en realidad hacen que siga moviéndose el mundo.


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¿Por qué? Porque las emociones negativas son esas que nos hacen caer y reflexionar para después seguir adelante, y aquellas que nos mantienen en equilibrio con la vida y con nuestro bienestar emocional. Sin embargo, nuestro interés natural por las emociones positivas y por potenciarlas para una vida feliz, hace que muchas veces perdamos la perspectiva y lleguemos a bloquear o a sentirnos culpables por las emociones negativas, permitiendo que nos controlen o impidiendo que salgan para disimular e intentar encajar en un mundo que se pinta a veces “demasiado feliz y artificial”. ¡La vida no es Instagram, no lo olvides!

 

Las emociones negativas son necesarias para nuestro bienestar

Aunque a veces el marketing nos haga creer que es posible estar “happy” todo el tiempo, o que estar feliz y tener una vida perfecta depende solo de nosotros, la realidad es que no, y es importante que hagamos entender esto a los niños para que también logren luchar contra su frustración de una manera sana. Y es que, aunque tratemos de estar siempre felices, la vida siempre estará marcada por acontecimientos que tal vez no lo sean tanto, y es necesario también amoldarse a este tipo de situaciones para avanzar y superarlas después mejor.

 

Al final, la experiencia nos hace aprender que la vida es una montaña rusa, con sus altos y sus bajos, y que dichos sobresaltos podremos llevarlos mejor o peor en función del control que tengamos de nuestras propias emociones, entre las cuales también se encuentran las negativas. Porque… ¿cómo podríamos saber que estamos felices, si nunca hemos experimentamos la sensación de la tristeza?

 

Por eso, la manifestación y el reconocimiento de las emociones negativas nos sirve para comunicarnos e integrarnos mejor en el mundo, así como para entender al prójimo y ponernos en su lugar trabajando la empatía y fomentando un mundo generoso y en paz. En definitiva, son tan importantes para nuestra vida, que es bueno aprender a aprovecharlas, a manejarlas, a predecirlas y a encaminarlas en función de las circunstancias, lo que nos servirá también para valorar aún más las emociones positivas cuando tengan que llegar.


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