El pensamiento crítico nos permite dudar de afirmaciones que damos por sentadas, alejándonos de la ignorancia y sus consecuencias. Desde los tiempos de la Antigua Grecia, ha sido uno de los protagonistas de la formación de los más jóvenes, pero ¿cuáles son sus características y cómo podemos ponerlo en práctica en las aulas actuales?
La incidencia del pensamiento crítico en el desarrollo moral de las personas y la importancia que tiene en la vida en sociedad lo han convertido en un pilar educativo de la mano de los siguientes motivos:
Mejora el pensamiento de las personas al ofrecer herramientas para la disciplina de pensamiento a través de preguntas como cuál es la información, quién la emite, cuándo lo hace o cómo lo hace, y así poder comprobar su veracidad.
Capacita para saber qué es lo más relevante de una información, dejando de lado el ruido que pueda rodearla para analizarla con objetividad. La búsqueda de claridad es clave en este sentido.
Supone un aprendizaje activo, ya que para criticar la información hay que prestarle atención hasta el punto de entenderla y, hecho esto, cuestionarla.
Retroalimenta las ganas de saber, al no conformarse de entrada en lo que se da por sabido, afianzando el aprendizaje no desde la obligación sino desde la pasión por conocer la verdad.
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